Muchos conductores confunden
estos términos, pero lo cierto es que el anticongelante es una propiedad del
líquido refrigerante. La función del refrigerante es absorber el exceso de
calor que se produce cuando el motor entra en funcionamiento, manteniendo una
temperatura media de 90 ºC. Este líquido está compuesto mayormente por agua
destilada, por lo que, si no tuviera el anticongelante, se solidificaría cuando
las temperaturas bajan y no podría cumplir su cometido.
Por tanto, el
anticongelante para el coche no es más que un compuesto que se le añade al
refrigerante para disminuir su punto de solidificación, de manera que siga
cumpliendo su tarea a bajas temperaturas. De hecho, el anticongelante también
se le añade a la gasolina y al diésel, para evitar que se congelen en invierno.
Además, este compuesto contribuye a prevenir la corrosión en el sistema de
refrigeración del motor.
Como podrás suponer, en la
actualidad existen diferentes aditivos que fungen como anticongelante para el
coche. El primero de todos fue el metanol, pero como tenía la tendencia a
evaporarse, a finales de 1930 se comenzaron a utilizar los etilenglicoles, que
brindan una baja temperatura de congelación y un punto de ebullición muy alto,
en torno a los 197 ºC en estado puro. Hoy sigue siendo el anticongelante para
coche más utilizado.
Obviamente, este anticongelante
para coche no se usa en estado puro, se mezcla con otras sustancias que sirven
para prevenir la corrosión, colorantes que ayudan a distinguir el líquido en
caso de que se produzca una fuga, agentes antioxidantes y otros compuestos que
mejoran las prestaciones del líquido refrigerante.
¿Qué parámetros debe cumplir un
buen líquido refrigerante?
Una baja temperatura de
congelación, de forma que no aumente el volumen de líquido cuando hay frío, lo
cual puede provocar una rotura del circuito de refrigeración. En la etiqueta
del envase podrás encontrar el punto de congelación expresado en grados
Celsius.
Una temperatura de ebullición
elevada, mucho más alta que la del motor cuando se pone en funcionamiento, de
manera que el líquido conserve sus propiedades y no se desintegre.
Que tenga propiedades
anticorrosivas y anti incrustantes, para que se formen menos depósitos sólidos
y se acumule menos calcio en el sistema. De hecho, en la etiqueta podrás
encontrar el pH, que indica la capacidad de corrosión del líquido sobre los
metales, así como la cantidad de inhibidores alcalinos y la cantidad máxima de
residuos.
Que posea una
viscosidad muy baja, para que pueda fluir con facilidad. La encontrarás
expresada en gr/cm2.
Que no produzca cavitación, de
manera que se forme la menor cantidad de espumas ya que estas pueden llegar a
taponar el circuito. En la etiqueta encontrarás el tiempo que tarda en
desaparecer la espuma, que debe ser inferior a los 5 segundos.
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